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lunes, 9 de febrero de 2015

El coleo a pie



Los orígenes del coleo en Venezuela se ubican en la segunda mitad del siglo XVI, cuando llegaron a los llanos venezolanos los primeros rebaños de ganado, traídos por los españoles. Esta actividad, que algunos llaman fiesta, se originó en la faena del campo en los tiempos cuando no había empalizadas y el traslado del ganado había que hacerlo por trochas.
El abastecimiento del país provenía de los Llanos y de Oriente, lugares donde se criaba al ganado, cuyo traslado se hacía a pie, complicado y se dificultaba reunirlo. Ocurrió que un día los arrieros se percataron que derribando al toro lo cansaban y luego con facilidad lo integraban al grupo y se facilitaba el arreo.

Yaracuy con la cola

Una primera hipótesis sobre el origen del coleo en Venezuela plantea que está en la fiesta de Canas y Toros, muy popular en España por aquel entonces. Esta fiesta tenía dos tipos de competencias, la primera corresponde a las Canas, que era una especie de torneo de gladiadores a caballos, armados de duras lanzas de madera y escudos de cuero; y la segunda, relativa a los toros, eran capeas de toreadores a pie o cabalgando con lanza y rejón.
La segunda hipótesis señala a la muy antigua suerte del derribo, del acoso o del rejón campero, como origen del coleo. Esta suerte consiste en derribar una res a toda carrera, valiéndose el jinete de una vara o rejón apoyado del brazo para impulsar al nivel del cuadril, cerca de la cola un extremo de estos implementos, con el que hace fuerza y así derriba al animal hacia el lado contrario.
En Venezuela la primera coleada a pie se celebró en Venezuela el día de San Sebastián, en la ciudad de Nirgua, durante la expedición de Don Diego de Lozada. Primitivamente se utilizó como un recurso del hombre para dominar al ganado salvaje y bravío.
Los antiguos mestizos ciollos cambiaron el rejón traído por los españoles, por la mano y agarraron directamente la cola, como medio más funcional y práctico y de innovación siempre presente en todo proceso de transculturización.
Entre estas dos hipótesis la segunda se hace más creíble por su procedencia de carácter rural, ya que la primera era una fiesta de gran gala y tronío, propia de la nobleza española de la época. Refuerzan esta tesis las escenas grabadas en sepulcros de antiguas civilizaciones, que muestran al pastor a pie tomando al astado por la cola.
Existe otra versión que señala a los Toros Coleados como un epifenómeno transcultural americano en suelo español, es decir, un uso americano llevado a la madre patria.  Esta fiesta y deporte hoy se practica en Venezuela con estilos y normas muy distintas al resto de otros países del continente americano, donde también es una tradición en los llanos de Colombia, fronterizos con la llanura venezolana; en la Provincia de Parabia, en Brasil; en las muy populares charreadas mexicanas, en Canadá y en Estados Unidos. En Canadá y Estados Unidos se les conoce como Rangers o cowboy.

José Antonio Páez, el mejor coleador del Siglo XIX

Crónicas anteriores a la guerra por la Independencia dan testimonio de la destreza y habilidad que mostraba el General José Antonio Páez en el recio y temerario ejercicio del coleo.
“Era costumbre que para celebrar la fiesta de los Toros Coleados se adornaban las principales calles del pueblo y se levantaban las famosas talanqueras y templetes que serían ocupados por las jóvenes del lugar. Las puertas y ventanas de las casas se engalanaban con guirnaldas y lazos, mientras se escuchaban, unidos a la alegría de los pobladores, los acordes de los músicos invitados a tal efecto, acompañados de cohetes que se hacían sonar para realzar la celebración.
Al echar los toros a la calle, los jinetes se peleaban por tomar la cola del animal y demostrar su destreza, para al final recibir como premio la cinta preparada por las gentiles manos de las damas del lugar presentes.
El General José Antonio Páez fue uno de los primeros coleadores y durante su presidencia impuso al coleo como espectáculo en todas las fiestas. Desde los primeros años el coleo es una actividad popular renombrada, infaltable en las fiestas patronales de los pueblos y caseríos, donde adquiere carácter de rito, presente en las festividades cada vez que se celebra la solemnidad del  día del Santo Patrono.

Las esquinas del coleo caraqueño

En Caracas, se coleaba entre las esquinas de El Carmen a Municipal, ya que allí se encontraba la residencia presidencial “La Viñeta”. También se coleaba en la calle entre las esquinas de Romualda a Candelaria y en la calle principal de la parroquia de San Juan.
Los Toros Coleados en Venezuela han estado vinculados con la política, la iglesia y asuntos sociales. Los cronistas recuerdan que en 1797, cuando la conspiración de Gual y España, se soltaron los toros a la calle en una estrategia para distraer la atención del pueblo y de las autoridades.
La Iglesia constantemente amenazaba a los coleadores con ex comulgarlos, pues se rechazaba que se incluyera tal jolgorio pagano en esa festividad pagana, “con esos hombres”. ¡Que sacrílegos esos jinetes! Sin embargo, no hubo excomunión alguna.
Durante la presidencia de los Monagas y los dos períodos de Joaquín Crespo, el coleo tuvo un gran auge, debido a la afición que ambos sentían por este deporte. Hubo un receso durante los gobiernos de Rojas Paúl, Andueza Palacios y Andrade, nada aficionados a los toros. En la época del gobierno de Juan Vicente Gómez, los Toros Coleados pasaron nuevamente a la categoría de espectáculo principal en los Programas Oficiales y Fiestas Patronales.
En las tardes de toros surgen grandes amistades y pasiones, como la que recuerda la historia de los amores del General José AnPáez con Barbarita Díaz, quien fue su amante durante muchos años.

Coleo, fiesta y romances

ARMANDO GONZALEZ-CABALLO BAYO NARANJO.mp3 


Las cintas con las que se premia a los jinetes que hacen buena faena para tumbar al toro, a menudo traen por detrás el nombre y teléfono de la premiadora, lo cual puede dar inicio a una nueva amistad y en muchos casos a romances. 
Además de fuente de inspiración amorosa, el coleo ha nutrido la musa en diferentes expresiones artísticas. En Literatura está el legado del escritor costumbrista Daniel Mendoza. Rómulo Gallegos, en la novelística, Luis Iriarte, en la poesía nativista, Germán Fleitas Veroes, Inocente Carreño y Manuel Rodríguez Cárdenas, en la poesía. En música se han compuesto coplas, corríos, joropos, pasajes y seis por derecho inspirados en este espectáculo. En el refranero popular, encontramos la frase “Vivito y coleando”, famosa desde la época posterior a la Independencia.
El Coleo ya no se practica en las calles de los pueblos, sino en mangas especiales que limitan el espacio. Al principio las empalizadas eran de madera y los espectadores tenían que encaramarse sobre ellas para poder disfrutar del espectáculo; ahora son metálicas y están dotadas de tribunas.
También se limita el número de coleadores por tanda. Antes era infinito, hoy no puede haber más de 4 coleadores dentro de la manga. Igualmente se reglamentó el tiempo de la estada del toro dentro de la manga, a 5 minutos para evitar el excesivo maltrato del animal; se incorporaron nuevos jueces, y la exigencia del peso del toro se ubicó alrededor de los 500 kilogramos.
Entre todos los cambios hechos a los toros coleados, quizás el cambio que más choca a la vista es la indumentaria, pues antes se coleaba en Liquilique y con sombrero Pelo e' Guama y ahora los jinetes usan casco como medida de protección y los coleadores han impuesto el Blue-Jeans como vestimenta, quizás más cómoda, pero menos criolla.

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