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miércoles, 16 de mayo de 2012

Mitos y Leyendas: Las Cinco Aguilas Blancas



Tulio Febres Cordero
(Mérida 31-5-1860/3-6-1938)




     Las Cinco Águilas Blancas es un mito indígena que explica el origen de las montañas andinas con sus cincos riscos cubiertos de nieve perpetua. Leyenda desentrañada por Tulio Febres Cordero. Publicada en el periódico merideño EL LÁPIZ del 10/07/1895.

Don Tulio Febres Cordero
http://youtu.be/zMyYKheSEKM

Las Cinco Águilas Blancas
http://youtu.be/xqX87cCF2IQ



    "Cinco águilas blancas volaban un día por el azul del firmamento; cinco águilas blancas enormes, cuyos cuerpos resplandecientes producían sombras errantes sobre los cerros y montañas.  ¿Venían del Norte? ¿Venían del Sur? La tradición indígena sólo dice que las cinco águilas blancas vinieron del cielo estrellado en una época muy remota.
     Eran aquellos días de Caribay, el genio de los bosques aromáticos, primera mujer entre los indios Mirripuyes, habitantes de Ande empinado. Era la hija del ardiente Zuhé(*) y la pálida Chía(**); remedaba el canto de los pájaros, corría ligera sobre el césped como el agua cristalina, y jugaba como el viento con las flores y los árboles.
    Caribay vio volar por el cielo las enormes águilas blancas, cuyas plumas brillaban a la luz del sol como láminas de plata, y quiso adornar su coraza con tan raro y espléndido plumaje. Corrió sin descanso tras las sombras errantes que las aves dibujaban en el suelo; salvó los profundos valles; subió a un monte y otro monte; llegó, al fin, fatigada a la cumbre solitaria de las montañas andinas. Las pampas, lejanas e inmensas, se divisaban por un lado; y por el otro, una escala ciclópea, jaspeaba de gris y esmeralda, la escala que formaban los montes, iba por onda azul del Coquivacoa.
   Las águilas blancas se levantaron perpendicularmente sobre aquella altura hasta perderse en el espacio. No se dibujaron más sus sombras sobre la tierra. Entonces Caribay pasó de un risco a otro por las escarpadas sierras, regando el suelo con sus lagrimas. Invoco a Zuhé, el astro rey, y el viento se llevó sus voces. Las águilas se habían perdido de vista, y el sol se hundía ya en el Ocaso.
   Aterida de frío, volvió sus ojos al Oriente, e invocó a Chía, la pálida luna; y al punto detúvose el viento para hacer silencio. Brillaron las estrellas, y un vago resplandor en forma de semicírculo se dibujó en el horizonte. Caribay rompió el augusto silencio de los páramos con un grito de admiración. La luna había aparecido, y en torno de ella volaban las cinco águilas blancas refulgentes y fantásticas. Y en tanto que las águilas descendían majestuosamente, el genio de los bosques aromáticos, la india mitológica de los Andes moduló dulcemente sobre la altura su selvático cantar.
   Las misteriosas aves revolotearon por encima de las crestas desnudas de la cordillera, y se sentaron al fin, cada una sobre un risco, clavando sus garras en la viva roca; y se quedaron inmóviles, silenciosas, con las cabezas vueltas hacia el Norte, extendidas las gigantescas alas en actitud de remontarse nuevamente al firmamento azul. 
   Caribay quería adornar su coraza con aquel plumaje raro y espléndido, y corrió hacia ellas para arrancarles las codiciadas plumas, pero un frío glacial entumeció sus manos: las águilas estaban petrificadas, convertidas en  cinco masas enormes de hielo. 
   Caribay da un grito de espanto y huye despavorida. Las águilas blancas eran un misterio, pero no un misterio pavoroso. La luna oscurece de pronto, golpea el huracán con siniestro ruido los desnudos peñascos, y las águilas blancas se despiertan. Erízanse furiosas y, a medida que sacuden sus monstruosas alas el suelo se cubre de copos de nieve y la montaña toda se engalana con el plumaje blanco.
   Este es el origen fabuloso de las Sierras Nevadas de Mérida.
   Las cinco águilas blancas de la tradición indígena son los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas nevadas son el furiosas despertar de las águilas; y el silbido del viento en esos días de páramo, es el remedo del canto triste y monótono de Caribay, y el mito hermoso de los Andes de Venezuela".

(*) El Sol  (**) La Luna

Tulio Febres Cordero

             Las Cinco Aguilas Blancas es una de las obras más conocidas de Tulio Febres Cordero, escritor, historiador, profesor universitario y periodista, nacido en Mérida el 31 de mayo de 1860 y muerto en la misma ciudad el 3 de junio de 1938. La obra realizada a lo largo de sus 78 años de vida fue un aporte fundamental a la cultura intelectual venezolana, mediante el estudio de la historia de Mérida, de los Andes y de sus áreas de influencia, es decir, el territorio que desde principios del siglo XVII formará el corregimiento de Mérida.
Como topógrafo desarrolló la técnica de la imagotipia (1885), o arte de representar imágenes con tipos de imprenta. También trabajó la foliografía (1896), técnica que consiste en la reproducción mediante impresión de las hojas de las plantas. Su obra en general fue  polifacética por abarcar aspectos propios de la historia, la literatura, la antropología, el derecho, la educación y otras ramas del saber. Por ello su escritura abarcó distintos géneros: crónica, ensayo, cuento, novela y poesía. Asimismo, su heterogénea producción intelectual se caracteriza por abordar conjuntamente los hechos de la historia formal (conquistas, fundaciones, revoluciones, guerras, etc.) con los de la historia cotidiana (costumbres, creencias, modos de vida, etc.).  Las Cinco Aguilas Blancas es una 
 "Fue notable su interés por dar a conocer en un lenguaje sencillo las tradiciones, mitos y leyendas, expresiones que si bien no forman parte de la historia académica, sin embargo, ayudan a entender la psicología de los pueblos, en especial la de la región andina", se lee en http://www.venezuelatuya.com/biografias/tulio_febres_cordero.htm
En 1978 los herederos de la familia Febres Cordero donaron a la nación la colección de impresos y documentos pacientemente reunidos por el escritor merideño, así como lo dejado por su hijo José Rafael. Hoy estos materiales pueden ser consultados en la Biblioteca Febres Cordero del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, ubicada en Mérida.


Investigación y texto
Elba Romero López


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